
Como bien explicamos en la primera parte de esta serie de textos sobre la “Cremación”, este rito funerario ha acompañado a la humanidad prácticamente desde su formación. Es natural que esta esté sujeta a un sin fin interpretaciones y visiones, así como a actos que representan el lado gris de la sociedad y sus dogmas.
Es en la edad media donde encontramos los casos más recientes de estos propósitos grises, que principalmente adopta la cremación como castigo postmortem; dentro de los casos más conocidos está el del traductor y teólogo inglés Jhon Wyclif (retrato de la nota), uno de los primeros en traducir la biblia al latín, conocida como Vulgata, a quién la iglesia católica desenterró para quemar sus restos y tirar sus cenizas en un río, como castigo por haber negado la doctrina católica.
La Era moderna se presentó de la mano de la cámara de cremación. En 1874 fue fundada la Sociedad de Cremación de Inglaterra con el apoyo de sir Henry Thompsom, cirujano de la reina Victoria, y los colegas de él dentro de los cuales se encontraba el creador de la primer cámara de cremación al quien se le adjudica el apellido Brunetti.
Sin embargo los primeros crematorios fueron construidos en Europa cinco años después, en 1878 en Gotha, Alemania y Woking Inglaterra.
Para inicios del siglo XX algunas iglesias protestantes empezaron a aceptar la cremación bajo la justificación de que “Dios puede resucitar a un difunto de un tazón de cenizas…”. El papa Pablo VI retiró la prohibición de la cremación hasta 1963.
La siguiente semana toca el espacio para hablara del Horno Crematorios y los procesos actuales de la cremación. Para nutrir la información sobre el tema, comparte en los comentarios los datos que tengas sobre él.