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Ataúd. No sólo es una caja de madera.

Bueno, aquí te platicamos un poco al respecto. Desde tiempos remotos el hombre ha buscado la forma de preservar el cuerpo de las personas que tenían un valor significativo en su vida cuidándolo de los elementos naturales y manteniéndolo en condiciones semejantes a que estuviera con vida aún, en algunos casos también como ceremonia para alcanzar la vida después de la muerte… En cuanto al origen de la palabra ataúd, es una palabra de origen árabe, at-tābūt que significa caja o tumba. En cambio, los judíos españoles lo llamaban tabut. En Egipto se empezaron a utilizar sarcófagos hace ya más de 4500 años, porque se creía que así el difunto tendría vida eterna. Los enterramientos egipcios se hacían introduciendo al difunto en enormes ataúdes de piedra pulida cubierta de jeroglíficos que contaban la vida del ocupante, o en estuches fabricados en madera pintada con forma de ser humano. Uno de los sarcófagos más antiguos de los que se tienen registro se encontró en las cercanías de la pirámide de Giza y data de hace 4500 años. En el Museo de Arqueología de Copenhague se conserva un ataúd primitivo de la Edad de Bronce, hecho con el tronco de un árbol que se ahuecaba para albergar el cadáver, esta fue la forma más común de inhumación entre las clases populares hasta el siglo XVII, cuando se universalizó el uso del ataúd en Europa. En otras civilizaciones se puede notar el uso de diversas técnicas de embalsamado y preservación del cuerpo. En el mundo judío de tiempos de Cristo se enterraba envolviendo el cuerpo en un sudario. Tanto en la Antigua Grecia como en el Imperio Romano daban a sus ataúdes diversas formas: urnas, receptáculos hexagonales, triangulares e incluso rectangulares donde el difunto era colocado. El material utilizado era arcilla o greda quemada, ya que eran materiales fáciles de moldear. Por otra parte en Europa aproximadamente en el año 700 A.C., los celtas fabricaron cajas de piedras planas para enterrar a los cuerpos; sin embargo, lo común era inhumar a sus muertos envueltos en un sudario como lo hacían los antiguos griegos, o bien, en cajas de madera. Aunque a principios del siglo XVII sólo las clases adineradas y de la nobleza podían enterrarse en ataúd. Se consideró pecado de vanidad el que un pobre se enterrara de esa manera: lo normal era meterlo en el hoyo envuelto en una sábana. Tras la revolución industrial el uso de materiales en los ataúdes propiciaron el uso de diversos materiales para su elaboración lo que dio variedad en a los acabados y calidad de los ataúdes. Para finales del siglo XX, los ataúdes de madera eran los que gozaban de más simpatía entre la gente, sin embargo la producción de sarcófagos de acero aumentó en los años 60, ya para los años 70, la producción de ataúdes de metal aumentó aún más. Actualmente es una caja, que puede ser de diferentes materiales, normalmente de madera rústica o de buena calidad, barnizada, con un acolchado en su interior, que puede llevar un vidrio, o bien, pueden ser semiabiertos, con grabados y detalles en el exterior del mismo. El ataúd se ha mantenido a lo largo de los siglos como un elemento icónico en la cultura de varias naciones, sin importar el idioma o creencias religiosas, en la que se depositan los restos para protegerlo en su exposición, transporte y entierro. Un ataúd se concibe con la idea de proteger el cuerpo del entorno inmediato, que sus restos no se dispersen, o como una forma de demostrar consideración y respeto al difunto.
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